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EL ORIGEN DE LA CIUDAD DEL CUSCO

En noviembre de 1553, Francisco Pizarro y sus fuerzas penetraron en el corazón del imperio de los inkas, vieron a su núcleo una ciudad que los lleno de asombro. Dotada de palacios, templos esotéricos, almacenes premunidos y una disposición urbana vertebrada por calles orientadas hacia las salidas o puestas del sol, la entonces sagrada ciudad de Cusco cobijaba así, bajo un orden cósmico a los linajes de los Inkas, y en encierros casi monacales, a las mujeres escogidas para el perpetuo servicio del culto y también para tejer los mas preciados textiles con los que se reciprocaban lealtades y se honraban a las divinidades. En los alrededores, cerca de cien mil casas (a decir de Pedro Sancho en 1534). Formaban un cordón semicircular en el que residían junto a los antiguos linajes de esta tierra, los señores tributarios concentrados desde los más lejanos pueblos a los que fagocito este imperio. Cerca de cien etnias y veinte lenguas veladas por el Quechua que era la universal, coexistían en la ciudad que legitima en su tiempo se consideraba como el centro del mundo, y como tal, centro nervioso de una vasta organización comunicada con sus extremos, por caminos y hombres que agiles y en relevos, trotaban llevando mensajes en cuerdas anudadas con las que tejían y destejían la memoria (Quipus). De los códigos con los cuales estos se leían, se sabe muy poco, casi nada, que si tuvieron otros; estudios recientes enfocan sus intereses en los complejos diseños geométricos de sus textiles (tocapu), lo cierto es que cuando los especialistas en decodificar estos misteriosos anales (quipucamayoc), fueron consultados acerca de los orígenes de la ciudad, respondieron a través de un cuerpo de literatura oral hecha a manera de historia sagrada, en la que los hechos se disuelven en la atmosfera mágica de sus mitos. Estos como tales, la información proporcionada por sus registros y memoria, a los funcionarios y cronistas del reino de España, cuando declararon acerca de los primeros pueblos que se asentaban cerca al lecho cenagoso del antiguo lago extinguido donde se edifico la ciudad del Cusco. Lares, Poques, Sahuasiras, Alcabisas, entre otros, dijeron eran los nombres de los primeros pueblos que señoreaban en este valle, antes de la llegada de los Inkas o los hijos del sol. Se desconoce quienes fueron los primeros en poblarlo, mas no su primer nombre ACAMAMA que quiere decir esta que contiene las cosas, o esta que es madre. Sobre quienes eran los Inkas, son muchos los estudios que desde entonces hasta el presente se hicieron la misma pregunta, y a ella corresponden también variadas respuestas. Existen versiones que se basan en documentos tales como las palabras y ciertas características culturales que sugieren migraciones de pueblos situados en las inmediaciones del lago Titicaca; otros postulan su desarrollo autónomo en el valle del Cusco, pero en verdad, lo que de ellos se decide, es muy discutido entre los distintos investigadores. Lo cierto es que la historia de su origen, como los Inkas la consideraron y contaron, se encuentra sintetizada en sus mitos y en el espíritu de su obra.